logo
 

principal UPA - infos - molotov - archivo - agenda - emilio


Ni pacifismo ni militarismo sino todo lo contrario

Es tan evidente la ausencia de espacios de reflexión, foros donde discutir sobre todo aquello que nos afecta que en el momento en que se puede abrir un debate sobre un tema tan importante como el que aquí se plantea, se nos queda corto el papel para decir todo lo que pensamos.

Valga aquí esta modesta contribución a la discusión sobre el tema propuesto, los movimientos sociales y el uso de la violencia. Pero antes de entrar en el meollo de lo que se opina me asalta una duda sobre los términos empleados, el problema es que no sé si tod@s l@s que participamos en este espacio de discusión coincidimos en la delimitación del objeto de la discusión. Se me ocurre que, antes de hablar de los movimientos sociales y su posición frente a algo, deberíamos aclarar que entendemos por estos movimientos.

Discusiones como la propuesta pueden ayudar a construir ese movimiento del que hablamos y por ahí entiendo la idea de abrir el debate en la sección del Puchero, pero también discusiones como la propuesta pueden ayudar a lo contrario, a deconstruir, porque si las discusiones no se encaran de la forma oportuna pueden llevar a posiciones cerradas, no reconciliables. Creo que la discusión sobre la violencia y los movimientos sociales se debería haber enfocado desde otra perspectiva (espero que l@s compas del molo no tomen a mal mi atrevimiento) pero creo que es difícil discutir de algo tan abstracto sin perdernos en el camino.

La delimitación del objeto de la discusión teórica nos puede llevar a un análisis más reflexivo y menos visceral de este asunto, algo que creo es fundamental en el momento en que nos encontramos, porque lo importante de debates como este no es que posturas ya construidas como el pacifismo o el militarismo consigan convencer, lo importante es que eso que llamamos movimiento social sea realmente una construcción de todas las personas que lo forman. Lo realmente importante es que entre tod@s construyamos esos movimientos para que sean algo de verdad, real.

Creo que lo interesante hubiera sido hablar de los movimientos sociales, de sus objetivos, de sus medios de actuación política y dentro de ello, entrar en el debate sobre la utilización o no utilización de la violencia como un medio más. Si no enfocamos el debate en este sentido corremos el riesgo de debatir sobre la forma de actuación política de organizaciones y grupos que se encuentran en otra dimensión que no es la nuestra (tanto en el plano geográfico como en el histórico o incluso en el organizativo) y esto la verdad es que si no se hace con el debido rigor puede resultar prepotente. Una vez más empezamos la casa por el tejado. Dicho esto no quiero dejar de hacer mi aportación a un debate por lo demás ya iniciado.

Lo primero es que me parece necesario hablar de que entendemos por violencia en su sentido más genérico, fuera de lo que es la acción política y si esto afecta a esta acción. No podemos analizar la violencia política sin tener en cuenta el grado de violencia que se da en la vida cotidiana, en las relaciones laborales, de género, sociales, etc...

La violencia no es sino un medio y como tal, susceptible de utilización como cualquier otro medio para la acción política. Sin embargo quiero partir de la premisa de que la gente que participamos en los movimientos sociales, en proyectos transformadores soñamos con una sociedad en la que la violencia, el uso de la fuerza como determinante en las relaciones, tanto económicas como sociales, políticas o personales no tenga cabida.
Esto choca frontalmente con el mundo en el que vivimos ya que hoy por hoy tanto en el orden internacional como en el interior de los Estados- nación es el uso de la fuerza uno de los pilares básicos donde se asienta el sistema. Además esta fuerza se usa para asegurar la continuidad de situaciones de injusticia social, económica o políticas.

Frente a esto siempre han existido alternativas de transformación que propugnan el uso de la violencia política como una forma útil para la liberación.
Resulta muy difícil analizar las formas de acción política que se señalan aquí, ya que es necesario tener en cuenta el contexto histórico, político, geográfico, etc.. en que surgen para llegar a conclusiones más o menos serias de cómo surgen y plantearnos si nos parecen o no legitimas y acertadas.

Ciertamente el debate es amplio y no quiero extenderme demasiado. Lo que me parece más interesante es destacar la idea de que en cualquier caso, como movimientos sociales, necesariamente colectivos, horizontales, debemos afrontar la discusión sobre las formas de acción política de que nos dotamos precisamente desde lo colectivo, desde lo horizontal. No es válido el agarrarse a posturas dogmáticas que quitan el margen de elección de lo que realmente queremos, sobre todo porque lo que queramos puede cambiar de una situación a otra.

Si como movimiento social intentamos incidir sobre lo social para cambiarlo, que duda cabe que debemos pensar en la forma en que incidimos en esa sociedad para intentar esa transformación.

Es importante pensar cómo nosostr@s, las personas que nos integramos en estos movimientos sociales vamos a actuar en lo político, qué formas adoptamos y para qué. Esto es interesante tanto por la propia adecuación de los medios a los fines que queramos conseguir como porque a la postre la forma de actuación que adoptemos, en la práctica, nos va a representar ante la sociedad en su conjunto y también ante la gente que se siente interesada por nuestros planteamientos.

Resulta obvio que en el momento actual en la ciudad de Madrid(no conozco lo suficiente otras realidades como para aventurarme a ser más amplio) se nos ha emplazado como movimiento social, desde el Estado, desde los medios de comunicación, desde buena parte de la opinión pública, a que nos definamos sobre este tema concreto de la legitimidad del uso de la violencia como forma de acción política, aunque resulta paradójico que desde una sociedad en la que la violencia es un pilar fundamental, una sociedad que basa su razón de ser en la exclusión por la fuerza de buena parte de las personas que la forman, se emplace a nadie a nada. Sin embargo sí pienso que la situación en el estado español en este principio de siglo y el enquistamiento del conflicto vasco y su utilización por el Estado para deslegitimar todo lo que suene a disidencia, a rebeldía, nos debe hacer actuar con suma cautela e inteligencia si realmente queremos que se asiente ese movimiento social del que hablamos sobre pilares sólidos.

Esto no significa que caigamos en el conformismo o en la apatía. Ahora más que nunca debemos elevar nuestro discurso y nuestra práctica por encima de estos planteamientos y emplear nuestro tiempo en construir nuevos escenarios para nuestra acción política que debe llevar, en si misma, todo aquello que decimos perseguir, la horizontalidad, la posibilidad de participación de todos y todas, además, debe ser comprensible, real y también efectiva, que realmente sirva para lo que queremos. Esto pasa, a lo mejor, por probar nuevos planteamientos de acción política, la desobediencia civil, la acción directa no violenta pueden quizá servirnos para ello, el cómo y el cuándo es algo que debemos moldear, construir entre tod@s y que ciertamente hoy por hoy, puede no resultar fácil...
...eso sí, nunca nadie nos dijo que fuera a ser fácil...
un abrazo

José Panda

subir