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Acción Global de los Pueblos (Parte II)
Las falacias del "libre comercio" ¿Cómo luchar contra una OMC?

Generalmente se presenta la apertura de las fronteras para bienes, servicios e inversiones como un requisito técnico necesario para el buen desenvolvimiento de una economía cada vez más globalizada. De esta manera, la necesidad del "libre comercio" y de instituciones como la Organización Mundial de Comercio (OMC) es parte de un discurso ideológico. Este consenso general oculta que el "libre comercio" es un instrumento indispensable para que las empresas transnacionales (ETN) rijan el mundo según sus directrices e intereses. Sus objetivos: todos los aspectos de nuestras vidas tienen que ser convertibles en mercancías, expuestos para la compraventa y la inversión capitalista.

La OMC y sus acuerdos están amenazando el derecho social más básico: el que podamos decidir y determinar nuestra propia vida. Las necesidades básicas - el agua, el aire, la salud, etc. - pasarán a las manos (voraces) de grandes empresas transnacionales. Para garantizar su lucro, éstas se apoderan de los sectores más rentables del sector público (infraestructura, presupuestos, fondos de seguridad social, etc.) Para ello interactúan con las instituciones supranacionales (OMC, FMI, BM, etc.) y con los estados (del Norte y del Sur), cada vez más en connivencia directa con el capital global.

Los países empobrecidos serán más gobernados por las instituciones internacionales, mientras los sectores con capacidad de compra en los países altamente industrializados, siguen lanzados a un consumo desmedido y destructor. "Libre Comercio" significa que los gobiernos y administraciones locales permiten la entrada sin límites de bienes y de proveedores privados de servicios, induciendo a sus sociedades para que se sometan al más fuerte y reprimiendo cualquier resistencia popular.

¿Qué hace a la OMC convertirse en el Gran Hermano del "libre comercio"?

Su "órgano de solución de conflictos" tiene poderes de sanción más allá de cualquier decisión jurídica o política de los 140 estados miembros. Incluso la OMC intenta introducir un "test de necesidades" para controlar, registrar, inspeccionar y sancionar cualquier medida legislativa y administrativa que - aunque sea de forma indirecta - pudiera afectar los compromisos contraídos por un país miembro en materia de liberalización del comercio.

¿Cómo enfocar ahora nuestra acción frente a un régimen "globalitario"?

La conferencia ministerial de la OMC en Seattle (Noviembre de '99) falló parcialmente en su intento de lanzar una nueva ronda de negociaciones para la consolidación y extensión de su plan para una economía global liberalizada. Esto hizo que por lo menos temporalmente se abriera una pausa en el proceso desenfrenado del "libre comercio" dando aliento a los que desde hace mucho tiempo nos oponemos a la globalización económica. ¡Pero es nada más que eso! El desafío consiste ahora en encontrar nuevas formas de coordinación, apoyo mutuo y cooperación para (desde lo local) crear un sistema alternativo más justo y equitativo.

Nos toca analizar y divulgar la función real de la OMC y su falta de legitimidad, profundizando la confrontación. ¿Cómo? Ideológicamente ir contra su "razón de ser" y no sólo contra ciertos aspectos especialmente nocivos. Y no sólo ir contra la "Ronda del Milenio", o sea, la nueva ronda de negociaciones por la que aboga sobre todo la Comisión Europea - que desde la reciente Cumbre de Niza ya no necesita el consenso de los estados miembros para negociar acuerdos internacionales de comercio. Estratégicamente fomentar que se quiebre la lógica del orden social mundial.

Las estrategias de monitoreo y presión por parte de algunas ONG, que creen que se puede controlar e influir sobre diferentes puntos de estos acuerdos, parten del planteamiento erróneo de que es posible "humanizar" la globalización económica adaptándola a las necesidades de las gentes. Por útil que sea para los movimientos sociales conseguir información "desde dentro" de la institución, esta estrategia tiene el riesgo de ayudar a la OMC para que salga de la crisis de legitimación en que actualmente se encuentra.

Profundizar la crisis de la OMC significa profundizar en lo que nos permitirá acabar con ella. Pero habría que consolidar nuestros argumentos y determinar bien quienes son sus aliados. El "libre comercio" tiene el objetivo de dominar y controlar los mercados locales en favor de los beneficios del poder corporativo y de mercantilizar todos los bienes comunes (biodiversidad, conocimientos tradicionales, ríos, océanos, aire, etc.). No se trata, por tanto, de conflictos entre países, sino entre personas y comunidades, por un lado, y un régimen político-económico, por otro, en cuyo marco los acuerdos comerciales significan un arreglo institucional entre empresas transnacionales y gobiernos.

No es la falta de transparencia, igualdad y democracia interna el problema de tales instituciones, sino su hostilidad intrínseca a lo que debemos entender como democracia. Restringir al máximo la capacidad popular y administrativa de imponer limitaciones y condiciones democráticas y sociales al capital transnacional - este es la gran objetivo del proyecto de globalización. Los miembros "menores" de la OMC sufren todo tipo de coerciones, amenazas y chantajes. Gobiernos actúan muchas veces por miedo a sanciones comerciales.

¿Qué papel cumple el "comercio" y sus acuerdos para el crecimiento de las economías (más fuertes) del sistema capitalista?

Desde el establecimiento de la OMC en 1995, el comercio exterior de EE.UU. y la Unión Europea creció alrededor de unas 25-30 %. Por otro lado: las desventajas comerciales de las economías débiles implican no sólo balanzas negativas con el exterior, sino también crisis financieras, desindustrialización, reducción de empleo, destrucción social y ambiental, etc. Los periódicos están llenos de ejemplos (Ecuador y Turquía son los últimos). Un "campo de juego nivelado" tal como lo impone la OMC significa que las grandes empresas "más competitivas" paulatinamente se apoderan de inversiones, presupuestos públicos y de mercados locales de las economías subalternas. Estratégicamente, el régimen de "libre comercio" global permite: la intensificación de la lucha de clase desde arriba: el hacer que los empleadas/os de lugares con una producción similar (ubicados, sin embargo, en contextos de sociales y políticos y niveles de vida diferentes) entren en competencia entre sí; desplazar rápidamente partes de las cadenas globales de producción a otras zonas - estableciendo empresas de tipo "maquila" (sin vinculación con las economías domésticas) en países donde los famosos "programas de ajuste estructural" impuestos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) ya han preparado el terreno para producir más barato, sin regulaciones ni sindicatos.

Resumiendo: No tiene sentido pedir que se integren dentro del sistema de acuerdos de la OMC "aspectos de desarrollo" que sean favorables para las poblaciones del "Sur". Bajo el régimen de la OMC, muchas medidas indispensables para garantizar el autodesarrollo local y la protección social y medioambiental son tratados como "barreras técnicas al comercio injustas", o sea, meras excepciones temporales que habrá que eliminar paulatinamente. Por tanto es imposible pensar que bajo estas reglas se llegue a un comercio internacional regido por criterios de desarrollo equitativo, socialmente justo y ambientalmente sustentable.

La OMC es la expresión institucionalizada de una ideología altamente tendenciosa y de intereses particulares y relaciones de fuerza (dominación) específicos. Aún usando demandas como la evaluación de los impactos de los acuerdos actuales el rechazo de la nueva ronda de negociaciones, nuestra resistencia no debe ignorar el marco económico global al que esta institución sirve como ejecutivo supranacional. No tenerlo claro significa reducir la claridad en las tácticas de lucha y en las estrategias a largo plazo.

La AGP

La AGP debe fomentar la coordinación entre luchas locales del "Norte " y del "Sur" creando así las condiciones políticas para hacer superfluas instituciones como la OMC y desplazar el régimen totalitario del "libre comercio" por unas alternativas que van creciendo desde abajo y que refuercen y reorienten comunidades y sociedades.

Alrededor de 300 delegadas/os de colectivos anti-capitalistas, feministas, ecológicas, etc. de casi todos los países europeos (también del Este del continente), y de varios países del Sur (Colombia, Bolivia, India, Argentina y otros) se reunieron el 24 y 25 de marzo en Milán (Italia) para el primer encuentro europeo de la Acción Global de los Pueblos (AGP), una red horizontal global contra el "libre comercio" y el capitalismo global.

Más información y el manifiesto (también en castellano) en: www.agp.org. La AGP está usando la lista de distribución "caravan99" (caravan99@mail.nadir.org) , al que se suscribe por medio de un correo electrónico sin contenido a la dirección de correo electrónico caravan-request@mail.nadir.org con el asunto "subscribe". Si es posible, escribid los mensajes en varios idiomas. Además se va a construir una red global de traductores. Más información sobre la resistencia campesina y agro-ecológica contra la globalización en: www.resistanceisfertile.com. Y en Madrid: bah@sindominio.net.

En el Molotov de junio 2001 se sigue con la parte III sobre los debates actuales dentro de la red AGP (día internacional de acción el 4 de noviembre de 2001) y sobre las nuevas negociaciones sobre el "Acuerdo General sobre el Comercio en Servicios" (AGCS) en el marco de la OMC.

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