no-borders

entrevista a un activista antifronteras amenazado de expulsión


El día en el que encontramos para esta entrevista a Nico Sguiglia (10/02/2002), miembro activo de la comisión de inmigración del Movimiento contra el Paro, la Pobreza y la Exclusión [nudo de la red internacional «ninguna persona es ilegal» ( http://www.contrast.org/borders/noone.html y http://www.contrast.org/borders/kein/ ) inscrito en el Centro Social-Casa de Iniciativas de Málaga] y organizador del primer campamento de frontera celebrado en el Estado español (Tarifa 2001), dentro de la red de iniciativas «no border» , le habían abierto un expediente de expulsión. Todo empezó con el violento desalojo nocturno de una acampada de inmigrantes sin papeles en Almería, en el que 31 compañeros resultaron detenidos. A través del Sindicato de Obreros del Campo, el nudo antifronteras malagueño supo que ocho de ellos serían trasladados al Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) de Capuchinos (Málaga) para ser deportados y decidió rápidamente organizar una acampada de resistencia activa contra estas deportaciones: durante 5 días, instalados en la única salida que tiene el CIE, en pleno corazón de la ciudad, un grupo de 30 personas puso su cuerpo para bloquear los furgones que salían y entraban, impidiendo cualquier deportación y poniendo en el punto de mira, al mismo tiempo, un procedimiento, el de las deportaciones, que normalmente transcurre de forma absolutamente clandestina e invisible. La acampada terminó al sexto día, con un desalojo policial y la detención de dos compañeros, entre los que se encontraba Nico. Tras recuperarse de la paliza que siguió inmediatamente a la detención y de las largas horas detenido, Nico, de nacionalidad italo-argentina, recibió la noticia de que se le había abierto un procedimiento de expulsión que, de ratificarse, supondría su deportación a Italia, un país que apenas conoce, y la prohibición de volver a pisar suelo «nacional» en un periodo que podría oscilar entre los 3 y los 10 años…

Desobediencia Global- Nos gustaría, para ponernos en situación, empezar con una breve descripción de vuestro trabajo antifronteras en Málaga y Andalucía …

Nico Sguiglia- Nosotros empezamos en 1999, un poco por casualidad, con un grupo de nigerianos que se encerró y se puso en huelga de hambre para exigir papeles. Estuvimos apoyando el proceso, que terminó con papeles para todos los que habían participado. Al poco tiempo, llegaron al Centro Social unos 100/150 chavales de Ghana que habían escuchado de aquello y querían que les ayudáramos a hacer lo mismo; habían acudido primero a varias ong´s, pero les habían dicho que mejor se fueran a otra ciudad. Se inició así un proceso asambleario con esta gente, que desembocó en un encierro de dos semanas en una Iglesia de la ciudad, a partir del que se constituyó el Movimiento por la Liberación de los Inmigrantes (MLI), que tenía varios proyectos de realojo, de formación, etc. Desde aquel momento, nosotros empezamos a trabajar el área de inmigración a nivel de propaganda, de contactos, de comunicación directa, intentando entre otras cosas que más sin papeles en Málaga se sumaran al MLI; pero hubo muchos conflictos entre nacionalidades y aquello acabó rompiéndose. Hoy en día queda, por un lado, la asamblea de Ghana (sustentada sobre todo en 3 personas) y, por otro, la Comunidad Africana en Málaga, muy en contacto con ONG's como el MPDL: a raíz de nuestra intervención, todas las ONG's se volcaron cual buitres sobre el espacio que se creó, dieron trabajo a dos de los dirigentes, les compraron un local y esas cosas…

Esto fue a principios del año 2000. Después vinieron los sucesos de El Ejido y con ellos, la huelga de trabajadores inmigrantes, que supusieron un momento de autoorganización generado por iniciativa propia de los inmigrantes y que, yo creo, dieron paso al proceso de luchas del invierno pasado (2001), protagonizado por la forma encierro, que para nosotros fue un salto cualitativo.

Paralelamente, nosotros nos embarcamos en la organización de un campamento de frontera en Tarifa, que se celebró el julio pasado: la intención era generar un espacio de encuentro para un cierto ámbito político que tímidamente empezaba a surgir, con la idea de contar lo que se estaba haciendo, ver puntos en común, establecer contactos y afianzar esa perspectiva política que se enfrentaba directamente a las leyes de extranjería (no sólo a ésta, sino a la manera de entender la regulación de la inmigración que ésta y otras llevan implícita), que daba una respuesta política no solo humanista al problema, que abogada por un proceso constituyente dentro de la propia gente afectada… Lo que pasa es que la gente que estaba trabajando desde esta perspectiva se encontraba en aquel momento en una posición mucho más reactiva que productiva y no conseguimos sacar mucho en claro del elemento más afirmativo o propositivo…

Quedan por analizar de entonces, en perspectiva de futuro, las dificultades que se presentaron para mantener una organización mínimamente estable y para generar una convivencia entre las distintas culturas. Se abre además el interrogante de cómo continuar el trabajo: nuestra idea es trabajar sobre dos niveles, porque tanto la nueva ley de extranjería como el vuelco paranoico que se ha dado tras el 11S nos llevan a pensar que el trabajo con los inmigrantes tiene que ir en una línea más «clandestina», más silenciosa, que se centre en lo organizativo, en lo formativo, en cómo afianzar los vínculos, mientras que la línea de acción más arriesgada es como un relevo que tenemos que tomar los que tenemos otra situación legal, unos determinados derechos en principio «garantizados» (En este sentido, lo que pasó en Almería nos parece un llamado a la prudencia en lo que se refiere a los inmigrantes). Así que, como decía, vamos a trabajar en dos niveles que queremos que confluyan todo el tiempo: por un lado, la desobediencia civil activa a la ley de extranjería (acciones que visualicen el conflicto y que sirvan para componer un espacio organizativo con gente autóctona) y, por otro, un proyecto de oficina de asesoría, bajo el lema asistencia-resistencia, que empieza ahora en febrero en el Centro Social, desde el que queremos investigar la forma de generar un contagio desde lo asistencial a lo político. Creemos que la oficina nos va a permitir abrir un proceso menos fugaz que lo que ha habido hasta ahora y, al mismo tiempo, salir de la posición de equipo-A todoterreno.

De todas formas, pese a lo dicho, nuestro balance de lo hecho hasta ahora es muy positivo: de una manera difusa, sutil, se pueden ver muchas cosas que han cambiado gracias a la experimentación y a la audacia con la que nos hemos manejado. Se ha consolidado un cierto espacio político, aparecen figuras en todos los puntos de conflicto (Barcelona, Madrid, Almería, Huelva, Málaga…) con ganas de trabajar en la línea que planteamos, tenemos gente para poder ponernos a experimentar coordinaciones, redes. Por ejemplo, con estos últimos sucesos en Almería y Málaga y las detenciones que desencadenaron, de golpe todos los contactos que establecimos a raíz del campamento de frontera de Tarifa han despertado, es como si fueran «células dormidas» que ahora se han activado de forma sorprendente…

DG- Dentro de este marco, ¿qué valoración política haces de tu expediente de expulsión?

NS- Nuestra sensación es que la legitimidad tiene un papel muy importante en la estabilidad del sistema y que se puede trabajar sobre ella para generar un tipo de afectación que la desestabilice. La experiencia de la acampada frente al CIE de Málaga a raíz de la cual se me abre el expediente de expulsión nos ha demostrado que lo que parece sólido se mantiene muchas veces sobre un equilibrio precario: 30 personas decididas a poner sus cuerpos delante de furgones, visibilizando todo lo que supone el dipositivo de deportación, pueden sacudir ese equilibrio. De Italia me parece que vienen señales muy claras de cómo explotar al máximo nuestra capacidad de producción simbólica en este terreno. Esta vez hemos trabajado como nunca a nivel mediático. Sabemos que el comisario de policía y el subdelegado de gobierno recibieron un tirón de orejas desde arriba ¿cómo puede ser que 30 chavales hayan formado todo este lío y nos hayan robado una portada de El País? … Se pusieron muy nerviosos, y creemos que los nervios, sumados a todo el trabajo de información que vienen haciendo en una ciudad tan pequeña como ésta (saben bien dónde golpearnos, a quién interesa detener), les llevaron a hacer un movimiento tan torpe como el de mi detención, la paliza, el expediente de expulsión… tampoco se puede imaginar algo mucho más sofisticado de esta gente…

DG- Háblanos de los interrogantes y desafíos que, en tu opinión, plantea la inmigración (para el Estado-nación, para los "nacionales", para la construcción europea), de lo que significa para los llamados "países emisores" y "países receptores"…

NS- Desde el punto de vista de los países emisores, nos gusta más verla como una fuga activa que como una salida desesperanzada, que también genera una pérdida de legitimidad en los sistemas que deja atrás. En Argentina, por ejemplo, las grandes colas que hay ahora delante de los consulados de Italia y España suponen un elemento de desestabilización. En cuanto a los flujos entrando acá, me parece que, como flujos que rompen e introducen elementos caóticos en el proceso de construcción europea, se los quiere axiomatizar, hacer que encajen y sean funcionales al proceso, pero nunca se consigue del todo, porque desbordan la idea misma sobre la que se sostiene la legitimidad europea. A los inmigrantes se les intenta asignar un lugar, un sector, con un carácter economicista salvaje, esclavista; te encuentras a pedagogos o a diseñadores que, sin embargo, por los papeles, no pueden salirse del trabajo doméstico o de la agricultura intensiva en una sola ciudad. Pero la gente encuentra formas de saltarse eso, de escapar: son flujos que no se terminan de contener del todo y que van generando nuevos conflictos. Nosotros queremos mapear este proceso para intervenir.

DG- Se repite en lo que nos cuentas la idea de atacar la legitimidad de distintos dispositivos de gobierno para provocar una desestabilización ¿no crees que así corremos el riesgo de meternos en una relación dialéctica de acción/reacción con el poder, más aún cuando el gobierno es cada vez más gobierno en/de la excepcionalidad y el sistema demuestra una capacidad de adaptación prácticamente «just in time»?

NS- Por un lado, no veo que se pueda tender cada vez más al estado de excepción, que se puedan recortar cada vez más las libertades, dentro de una Europa tal y como está concebida; ahí saltan chispas y van a saltar cada vez más. No sabemos cómo se va a desarrollar todo esto, pero si decimos que la crisis de legitimidad nos interesa es en la medida en que pueda abrir procesos constitutivos, si se queda simplemente en una pérdida de legitimidad que genere un movimiento de cintura del sistema y lo regenere, no nos interesa. Nos interesa en la medida en que abre una grieta: el denunciar y visibilizar la deportación de personas, dopadas, a las 4 am, genera una afectación en la gente y nosotros vamos a trabajar para que esa afectación produzca agregación. Trabajamos en lo cotidiano ese cuestionamiento, esa desconfianza hacia lo que estos tipos nos están contando y trabajamos sobre los puntos que pueden servir de agregación dentro de la práctica de la desobediencia civil. La acampada delante del CIE fue un espacio de resistencia, de encuentro, de reconocimiento y de acción al mismo tiempo.

DG- ¿Podrías definir en pocas palabras qué entiendes por frontera?

NS- Para nosotros luchar contra las fronteras no significa simplemente luchar por la libre circulación. Para nosotros, la frontera es un dispositivo de contención de la voluntad de libertad y autonomía, de la búsqueda y experimentación de la propia vida. Para nosotros, la frontera es la fórmula que lleva todo este proceso rico y vital a convertirse en algo funcional, marcado y asignado espacial, psíquica y vivencialmente. Nosotros trabajamos desde un ansia vital de expansión, de hacer florecer nuestra autonomía; batallamos contra lo que acota y contiene el contagio. Desde este punto de vista, nos parece interesante afinar la lupa para ver dónde realmente están esos elementos de acotación de los espacios y trabajar para abrirlos, para hacer pequeñas fugas, ensanchar las grietas y experimentar. Se trata de una voluntad casi más allá de nuestra capacidad de producir teoría, discurso.

DG- ¿Cuáles serían, desde tu punto de vista, los elementos para la construcción de alianzas entre gente autóctona e inmigrante al margen del paternalismo?

NS- La producción de esa otra vida por la que apostamos no se puede sustentar en elementos identitarios rígidos, no se puede articular a partir de un ser inmigrante o un ser autóctono, tiene que ver con la búsqueda en la que esas identidades necesariamente se contagian y se difuminan. Sabemos que, en determinados procesos constitutivos, estos elementos identitarios pueden servir como eje de agregación, pero siempre desde una perspectiva táctica. Por ejemplo, en Málaga, en determinado momento, nos pareció importante reivindicar y trabajar desde la identidad inmigrante, creíamos que había algo interesante que revalorizar ahí, pero se trata de algo puntual: hay que ir tendencialmente hacia el contagio y ahí es donde entra la investigación y la búsqueda ¿Desde dónde generar este contagio? Creemos que hacen falta elementos que jueguen el papel de atractores, nos esforzamos para que esos elementos no sean personas sino proyectos, pero en determinado momento ese papel lo pueden jugar personas y no importa que sean inmigrantes o autóctonas, porque lo que nosotros estamos experimentando es la fuerza constituyente. Seas inmigrante o autóctono, lo importante es cómo se compone el proceso constitutivo. De hecho, a veces, el que juega el papel paternalista o dirigista puede ser un inmigrante y, entonces, estamos en las mismas, el proceso se vicia. Así que el tema es cómo cuidar el proceso, cómo hacer que se desarrolle de la manera más lisa posible. Hoy no encuentro otra figura mejor para pensar la agregación colectiva, política, que la de la multitud, donde no hay una identidad clara sino una identidad difusa que se expresa de muchas maneras.

En el campamento de frontera que hicimos en Tarifa, debatíamos el temor al paternalismo de los autóctonos y dominaba la idea de esperar a que los procesos autónomos, espontáneos de las comunidades inmigrantes surjan. Nosotros saltamos ese discurso: vamos a componer, vamos a intervenir para que las identidades no se cristalicen en una posición fija, tenemos que manejarnos más en la base, tenemos que asumir que somos parte de esto: si intervienen los carteles de coca cola, las ong´s, la policía, ¿por qué vamos nosotros a esperar? ¿por qué no podemos intervenir también, como parte de esta sociedad?. Queremos mantener esta audacia, esta búsqueda de contagio…

¿Quién da más?

Más información en http://www.sindominio.net/ninguna

Para contactar con la campaña contra la deportación de nico: paremoslaexpulsiondenico@hotmail.com


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