Carta de un policía

Mi labor es sencilla. Cada mañana he de ir a la universidad a infiltrarme un poquito más si me dejan. Pero más bien diría ardua, si lo pienso con detenimiento. Ardua y sencilla. (No es muy coherente mi tarea).
Trato de sacar información sobre el grupo azul que recaba sus militantes entre los jóvenes radicales como yo o perdidos como yo también.
Quizás este escribiendo sobre mi propia liberación, el caso es que si no miras a babor el barco parece emprender una huida continuada, volátil.
Algunos días logro averiguar donde se celebrará la próxima concentración en la cual protestarán durante horas por el "impuesto de lectura edificante". Yo no quiero entrar en esos temas, me dejo llevar, mi trabajo esta bien remunerado y puedo permitirme pequeños lujos. Aparento menos años, siempre ha sido así; mi padre siempre ha sido mi abuelo, a mí no me importaba, a él sí.
Me gustaría tener otro trabajo menos arduo y sencillo, siempre quise ser barrendero pero al abuelo no le gustaba la idea y cada vez que oía un mínimo comentario fruncía el ceño y me gritaba hasta hacerme explotar como a una copa de cristal. Ahora tomo muchas copas, whisky sobre todo ni me ayuda a olvidar ni me gustan su sabor ni lo hago por auofustigarme el caso es que no sé por qué lo hago. Bebo mucho.
Soy policía, el atributo me es dado y no por ello me hago cargo. Como ya he dicho ni entro ni salgo.
Es mi única libertad saberme un mal policía que se siente un lector de "libros de lectura edificante", que se quema los sesos y sentir que de mi cabeza salen huyendo cifras, perros y niños como de una casa en llamas.
Los jóvenes que vigilo son de color azul. Sí, por si no lo sabían puedo atribuir colores a los miembros de la especie humana. Por la gente marrón siento verdadera devoción, su ropa rasposa y su pelo verde violento me tranquilizan, la gente roja es excepcional, en ellos está su ser. La gente azul camina en la línea espectral que separa esos colores, son jóvenes, suelen serlo, y en su madurar su color puede variar hacia las categorías del marrón, o mejor aún del rojo. Mi tarea es su vigilancia y evitar que cubran la sociedad con su manto ocre y púrpura.

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