¡Olvídate de las masas!

Los cambios que han tenido lugar en la organización del poder y en los comportamientos de la clase obrera hacen que ya nada se pueda analizar como antes. Nuestra capacidad de resistencia ha disminuido tanto que las formas tradicionales de enfrentamiento ya no son útiles y llegamos a preguntarnos ¿es posible hoy INTERVENIR? Las “luchas” de hoy día, esas en las que no se consigue nada de aquello por lo que se lucha, son el terreno abonado para que la Ideología de la Democracia se coma a la subversión. La Democracia es la gran victoriosa: se presenta hoy en día como la única forma legítima de organizar, no sólo los Estados, sino también la resistencia. En nuestras “luchas”, el dominio de la Ideolgía Democrática se manifiesta de muchas maneras:

  • Miedo a sentirnos marginados si nuestras propuestas van contra corriente.
  • Deseo de conectar con la ciudadanía y conseguir una participación masiva.
  • Asumir que la crítica lleva consigo la necesidad de ofrecer alternativas.
  • Buscar el amparo de un marco institucional para circular entre lo político con una identidad.

Si nos paramos a pensar en lo que ha sido el movimiento ANTIOTAN, el ANTINUCLEAR o el reciente CONTRA LA GUERRA podemos ver cómo después de las movidas la sensación de desánimo se extiende entre el sinfín de comités, grupos, colectivos,... que observamos impotentes cómo estamos atenazados por las reglas del juego democrático y cómo nuestros esfuerzos acaban desvaneciéndose en el marco institucional (el SI a la OTAN, la imposición del Plan Energético Nacional, la Paz del más fuerte...)

En este paisaje desolador la práctica de la INSUMISION tiene un valor fundamental, ya que rompe de manera radical con la práctica democrática: la INSUMISION no se decide en Asamblea ni necesita el respaldo de la mayoría. No se presenta como una alternativa más racional ya que se niega a la Prestación Social Sustitutoria y a toda forma de colaboración con el Estado. No obecede a una campaña organizada como demostración de fuerza sino que es una práctica concreta y cotidiana.

Ser INSUMISO es una decisión individual que expresa el rechazo del trabajo (yo no quiero trabajar sin cobrar), de la política (yo no quiero defender al Estado), el deseo de gozar de la vida (yo no quiero que me secuestren) y la no colaboración con la estabilidad social (yo no colaboro con las instituciones).

Paradógicamente la práctica de la INSUMISION, la más radical, es la menos aislada. Son más guetto los Objetores que no encuentran dónde ser acogidos para su Prestación Social Sustitutoria, que los INSUMISOS, ya que éstos expresan con la máxima potencia el deseo de TODOS.

En la riqueza de esta práctica individual-colectiva se puede destacar otro aspecto no menos importante: un INSUMISO, uno sólo, es una victoria completa. Y esto rompe absolutamente con la forma Democrática.

Junto a las formas clásicas de intervención (campañas, huelgas, manifestaciones, recogidas de firmas, comunicados, etc.) que nos llevan al cansancio, a la desmovilización y al fracaso, vemos extenderse otras formas de resistencia que ya no cuentan con la más mínima esperanza revolucionaria, y tal vez por ello no arrastran el lastre de tantos fracasos y vueltas a empezar.

Pasar de todo de forma beligerante, llevar la resistencia al terreno de lo cotidiano, salir del guetto, contar con nosotros y ¡olvidarnos de las masas!

Negarse a pagar impuestos, darse de baja en los censos, alentar la desobediencia civil, promover la insumisión en todas sus formas, renunciar a los derechos políticos. En definitiva buscar formas de resistencia para expresar nuestra ansia de vivir y de gozar YA, sin estar obligados a convencer a las masas, a justificarnos, a proponer alternativas.

Al liberarnos del aburrimiento de las mayorías perderemos la oportunidad de participar en acciones “heroicas”, como por ejemplo cortar el tráfico el domingo por la mañana. Pero eso nos da lo mismo, porque también nos resistimos a ser contados como ovejitas por los Organizadores y por la Guardia Urbana.