La Guerra de la Información

Lector; lectora; oidor; tele-espectador, tele-espectadora: a lo largo de estos días has tenido ocasión de leer, oir, ver informaciones como estas: "Pase lo que pase, la verdad de la que pase, pasará por Radio Nacional de España"; "Si se confirma la noticia del bombardeo a un refugio civil de Bagdad, nos sentiremos muy mal" (declaraciones del portavoz de la Casa Blanca a TV el día 23-2-911); "Gracias al esfuerzo de la cadena americana CNN, el pueblo español ha tenido la oportunidad de poder seguir en directo la primera guerra televisada de la historia" (en plena euforia, Paco Lobatón en RNE el día 17-1-91).
Podríamos incluir un amplísimo elenco de noticias, declaraciones, eslogans y reflexiones de los medios de comunicación de masas que multiplicaría hasta infinito tu perplejidad. A más noticias, mayor confusión; cuanta más iormación recibes, más intenso es el tufo a mentira podrída. Pero este fraude no te provoca un rechazo al consumo informativo, al contrarío aumenta en ti el ifán de leer, oir, ver.
¿A qué se debe este incremento de la adicción a esta droga tan despenalizada que hoy nos están distribuyendo gratuitamente los estados y sus brazos armados, los media?
Sabemos que tú, en el fondo, sabes lo que ocurre. Lo que tú sabes que pasa es que nada de lo que se te informa está al servicio de la verdad.
Pero tú también sabes que creer en la mentira, o aparentarlo y comportarte acorde con ella forma parte del consenso. Es un fenómeno algo similar a lo que ocurre cuando, tras una feroz campaña electoral saturada de imágenes, mentiras y falsas promesas; vas, coges tu voto y lo depositas en teatral comunión con el resto de ciudadanos.
Tanto en la guerra como en la falsa paz, la verdad o la mentira de la noticia que recibes a través de los media, es tan relativa cuanto más espectacular es su presentación. Tanto es así que, entre una de las máximas precauciones de los medios informativos, está la de evitar la "banalización del conflicto".
A poco que pienses, puedes afirmar rotundamenteque la farsa en la que te empujan a participar, la Guerra del Golfo, es especialmente falaz y peligrosa. Por una parte, dadas las posibilidades de las nuevas tecnologías, la información se puede presentar con visos de realidad, cuando lo cierto es que, por su amalgama, repetición hasta el desgaste, la familíarízación con la muerte, se convierte en un sinfín de datos ajenos a la realidad de los que estamos en la retaguardia.
Pero por otro, los Estados, los gobernantes saben que, así, tu desgraciada cada día, que es su enriquecimiento, será más digerible y domeñable en comparación con tanta atrocidad que se te suministra. Sabes de los cientos de millones de kilos de bombas lanzados sobre Irak, has podido ver la cara de malo de Saddam y la expresión mesiánica de Bush y Felipe Gonzalez. Has visto a todo color los restos calcinados de un niño irakí, que luego ha resultado ser un niño escudo. En plena excitación, has ido a la manifestación ¿y qué? ¿Ocurre realmente algo?
Pues sí, lo que ocurre es que tú eres víctima, inocente o no, de esta guerra que lleva a cabo la información. La guerra que hace la información es la misma que la que la de los que gobiernan EEUU y la fuerza multinacional. La TV, la radio y la prensa amplifican la palabra de los Estados, la única palabra probélica, cada vez más alejada de la palabra de los pueblos, éstos cada vez más callados.
El camuflaje informativo que en tiempo de paz tiene lugar a partir del recurso a una reivindicada neutralidad por parte de los media, se desvanece en tiempo de guerra. La actual Guerra del Golfo nos brinda todos los elementos para este desvelamiento, ahorrándonos más palabras hemos oído en TV a un especialista en los media: "la información hoy está al servicio de la guerra y no de la verdad", más en concreto, al servicio de la victoria aliada.
Pero esto que es así de claro en tiempo de guerra lo es igualmente en tiempo de paz, donde pervive otra guerra, la social, que enfrenta abierta o calladamente intereses tan dispares como capital y trabajo, Estado y gente, gobernantes y gobernados. En tiempos de paz el trabajo continúa siendo una actividad forzada. El consumo, también alentado por los mismos media con la publicidad y la amenaza a la marginación implícita en sus mensajes, es la soga de las gentes.
Y en esta guerra social que se desarrolla en esta paz capitalista, los media están al servicio del capital y del Estado. A sus órdenes este enjambre de hombres y mujeres que por dinero y éxito prestan sus servicios en prensa, radio y TV.
Nosotros no podemos soportar ya por más tiempo a esos/as presentadores de TV, voceros radiofónicos de mentiras, escribidores el servicio de las agencias que cuando sacan su jeta por la pantalla no pueden disimular una sonrisa.