Un día, en la sede de CCOO de la Via Laietana de Barcelona, acudió un grupo de gente, precarios, parados y hastiados del trabajo, para celebrar los funerales de la clase obrera y rendir un homenaje a su enterrador

HOMENAJE A LOS SINDICATOS

¡Compañeros!

Hoy os toca a vosotros, los que tanto habéis dado. Hoy habréis de escuchar unas palabras que os hemos bordado para vosotros en agradecimiento por todo lo que habéis aportado en el pasado y por todo lo que, estamos seguros, aportaréis en el futuro.

No nos estamos refiriendo a esa interminable lista de siglas, algunas ya desaparecidas, ¡no! Nos estamos refiriendo a los grandes sindicatos, a los interlocutores válidos, a los sindicatos fuertes, a los sindicatos históricos; y más concretamente a sus élites, a sus dirigentes, a sus líderes... A esos hombres y mujeres, pero sobre todo hombres, que hace veinte años, despreciando un suelducho miserable, abandonaron el tajo, el taller, la cadena de montaje, la enseñanza, la oficina; abandonaron, en fin, el trabajo. Y todo eso ¿para qué? Para dedicarse por entero con abnegada entrega y fidelidad a su clase, "la clase obrera". Para dirigir y defender al proletariado de la garra del insaciable opresor y explotador capitalista. En fin, para cambiar el mundo. Para cambiarnos la vida.

Sabemos que os cuesta recibir estos merecidos elogios, pues sois portadores de ese natural, sencillo y humilde, propio de los grandes sabios. Os debemos pedir, sin embargo, que escuchéis, aunque sólo sea por esta vez, sin ruborizaras. ¡Es necesario, compañeros!

Vosotros, líderes sindicales, luz y guía, estrella y timón, diana de los despertares de la conciencia de clase, desde vuestros despachos humildemente enmoquetados, desde vuestros incómodos asientos reclinables, desde vuestro irrespirable mundo de aire acondicionado e imprescindibles salas de reuniones tripartitas, firmáis convenios sectoriales, planificais movilizaciones y paralizaciones, convocáis huelgas y manifestaciones.

¡Cuantas gestas, compañeros! Con qué habilidad y maestría torera habéis conducido al proletariado durante la transición, qué firmeza en la firma del Pacto de la Moncloa, el Pacto Social, el Pacto de Toledo, el Estatuto de los Trabajadores y tantos otros etcéteras.

Y qué decir de esa clarividencia, de esa visión de futuro, cuando en los estertores del proletariado industrial supisteis mejor que nadie hacer la reconvensión sindical, creando empresas de formación, de construcción, de servicios, ONGS, inmobiliarias, agencias de viajes... Aprovechando los miles de millones que arrancáis al Estado, a los Fondos de Cohesión Europeo y, todo eso, en vuestro propio beneficio, que es el de todos.

Mienten los que dicen que estáis vendidos a la patronal. Mienten esos sectores pretendidamente críticos que dicen que os ha comprado el Estado. Se equivocan los que dicen que el sindicalismo responsable no tiene futuro. Y como ejemplo para desmontar estos discursos trasnochados y faltos de visión histórica, basta un botón. La lucha sin cuartel que las grandes centrales estáis llevando por las 35 horas semanales, con ese acertado slogan "trabajar menos, para trabajar todos" y no al revés.

Estamos convencidos que esta lucha será otro profundo éxito de los grandes sindicatos, a pesar de la cerrazón de los empresarios, el gobierno y una parte de los trabajadores "insolidarios".

Nosotros, ¡compañeros!, somos las excluidas, los parados, las precarias, los eventuales, los repartidores de pizza, las inmigrantes, los embuzonadores de publicidad, los trabajadores, las sin papeles, los que no trabajamos porque no podemos, las que trabajamos en lo que podemos, los que no trabajamos porque no sabemos, ni podemos, ni queremos; nosotros somos los descamisados modelo siglo XXI.

Nosotros no estamos muy preocupados por nuestro futuro, porque tenemos la certeza de que nuestros grandes líderes velan por él, porque tenemos la certeza de que las 35 horas son un hecho, y con ellas el pleno empleo, el bienestar y la prosperidad.

No os queremos robar más vuestro precioso tiempo. Concluimos este sencillo y sincero homenaje.

Gracias, por haber cambiado el mundo. Gracias por habernos cambiado la vida.

Larga vida a los grandes líderes de los grandes sindicatos, que con tanta firmeza, honestidad, valentía y eficacia han conducido a la clase obrera de este país de victoria en victoria hasta su desaparición total.

Es todo, compañeros, muchas gracias.