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Manifiesto en defensa de la okupación
y de los espacios autogestionados.
Recogida de firmas de colectivos y organizaciones.


Hola compas,
Os pedimos que os leais y firmeis este manifiesto.
Las firmas que nos han llegando están en esta página.
Gracias por vuestro apoyo.
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Mientras el precio de las viviendas las hace inalcanzables para gran parte de la población, en Madrid y en muchos otros lugares, jóvenes y no tan jóvenes no se resignan y llevan años okupando edificios abandonados. De este modo, las okupaciones expresan el radical antagonismo entre el valor social de las viviendas y su uso como medio de enriquecimiento privado, denuncian que mientras la ciudad crece desmesuradamente con criterios energívoros y mercantiles, los centros históricos se despueblan y decenas de miles de viviendas quedan cerradas, abandonadas o inutilizadas por sus propietarios. Y cuando por fin se elaboran planes de rehabilitación, se hacen de acuerdo a intereses especulativos, y no al bienestar o la mejora de la calidad de vida de quienes allí viven, de tal forma que se construyen nuevas viviendas que a veces nunca llegan a habitarse, mientras ya hay miles de ellas construidas pero vacías.

Es el caso del edificio recientemente okupado en la plaza de Cabestreros, en Lavapiés, que llevaba más de veinte años construido sin que nadie llegara a habitarlo nunca. Ahora ha encontrado su valor de uso al realojar a quienes se quedaron en la calle tras el desalojo del centro social okupado El Laboratorio y también alberga buena parte de los proyectos interrumpidos por ese desalojo. Porque las personas que okupan inmuebles abandonados también lo hacen para constituir espacios públicos no institucionales, autónomos y autogestionados -los llamados centros sociales okupados-, desafiando las leyes que consideran injustas e iniciando, con muy pocos medios pero con la energía que da la cooperación social, la construcción de nuevas propuestas de vida y de cultura radicalmente separadas de las normas del consumo y del mercado. En contraste con los centros culturales municipales que casi nadie usa, los centros sociales okupados se han mostrado a menudo como una riqueza para el territorio y para el tejido social. Ofrecen posibilidades de creatividad y socialidad más amplias que las que proceden de los mecanismos institucionales o de mercado, y desde su precariedad y escasos medios han presentado -cuando se les ha dejado tiempo- una resistencia desde abajo a los procesos de descomposición y abandono que padecen muchos barrios.

La okupación en este contexto no sólo es un gesto necesario de denuncia y rebeldía, sino también una propuesta social que no puede tratarse con el despotismo con que lo hacen las instituciones políticas, judiciales o policiales, a las que sólo parece importar la restitución de la propiedad a los dueños legales incluso por medios violentos y brutales, sin considerar que es precisamente el abuso de bienes de interés social y su uso especulativo y egoísta lo que debería ser social y legalmente rechazado.

Mientras se siga ignorando todo esto y se continúe la tendencia de hacer inhabitables las ciudades, privilegiando el uso del automóvil y construyendo nuevas periferias, mientras se siga con el despoblamiento y la rehabilitación pija y museística de los centros históricos y con el mantenimiento de miles de viviendas abandonadas o vacías, okupar será un acto legítimo de desobediencia civil que las y los abajo firmantes apoyaremos y defenderemos frente a las leyes que por un lado castigan a l@s okupantes por recuperar el valor social de las casas y por otro protegen a los propietarios que ilegítimamente se lucran con la especulación.

Lavapiés, febrero de 1999

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