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         REFLEXIONES  
        SOBRE LOS CENTROS SOCIALES DESDE UNA PRÁCTICA AUTÓNOMA  
      
 “El eliminar 
  la violencia de las estructuras patriarcales y el desarrollar una alternativa 
  más allá del socialismo forzoso y del terror capitalista depende, 
  como siempre, de nosotr@s mism@s. Y es que de la resistencia no surge necesariamente 
  la alternativa. Las contradicciones internas que provoca una y otra vez toda 
  forma de dominio violento llevan por un lado a roces constantes con el sistema 
  pero, por otro lado,  y por ello mismo, a su modernización. Sin 
  embargo, en sí mismo esto no supone un acercamiento a una sociedad libre 
  de poder.  
  Lo admitimos, suena a verdad de perogrullo. Sin embargo, los movimientos y organizaciones 
  que intentan ir más allá del rechazo al sistema dominante no han 
  conseguido sacar de ello consecuencias prácticas. No tenemos problemas 
  en definir el motivo de nuestra lucha pero sí en reconocer nuestras metas. 
  Por eso todos los intentos de obtener espacios en los que movernos libremente 
  dentro de las estructuras sociales contra las que luchamos, llegan más 
  tarde o más temprano a un punto en el que no se sabe cómo seguir 
  adelante.” 
 Congreso de AUTONOMÍA. Abril de 1995. Berlín.Humboldt Universität 
   
       A MODO
        DE BREVE INTRODUCCIÓN  
         Este intento de repensar de un forma muy autocrítica el desarrollo 
        (y para algun@s fallecimiento) de la izquierda autónoma alemana 
        y su práctica política fue un rotundo fracaso. La caída 
        del muro había desterrado a la casi totalidad de las organizaciones 
        de la izquierda dogmática occidental, pero se habían creado 
        dentro de la propia “autonomía” grupos que se constituían 
        en vanguardia del mismo, siguiendo los cánones de juicio de la 
        vieja izquierda.  
        En el Estado español el proceso no ha sido muy diferente, toda 
        la gama de partidos y grupúsculos que sobrevivieron a la transición 
        han fallecido recientemente, tomando la iniciativa, en lo referente a 
        las formas de  intervención social, las prácticas autónomas 
        desligadas de las estructuras partidistas. El problema surge en la articulación 
        del sector propiamente autónomo; entre las subjetividades que quieren 
        verlo y construirlo como un ente con un discurso monolítico (y 
        en ese sentido en mi opinión reaccionario) y los que apuestan por 
        una línea más difusa y difícilmente catalogable. 
        Lo cierto es que este debate soterrado no tiene unos márgenes estrictos 
        y que en ambas orillas existen procesos más complejos. Lo real, 
        también, es que este debate está contaminado de roces personales; 
        supuestas diferencias ideológicas; etc., que en su mayoría 
        están impregnadas de un desagradable y repetitivo olor a naftalina. 
        En cierto modo nos es más fácil vivir lo político 
        como una guerra entre el Frente Judaico de Salvación y el Frente 
        para la Judea Libre (ver La vida de Brian) que  plantearnos las “nuevas” 
        cuestiones que el proceso económico crea en el sentido de reestructuración 
        de la economía; los procesos convergentes; las nuevas y más 
        sofisticadas vías represivas; la centralidad del debate trabajo/no 
        trabajo; los retrocesos en las políticas y derechos sociales... 
        Los desafíos son numerosos, y no creo que la solución sea 
        recurrir ni a las biblias del siglo XIX ni a los supuestos principios 
        y dogmas del movimiento (¿?). Al contrario, pienso que precisamente 
        recurrir a ellos constantemente es constituirnos nosotr@s en parte de 
        esa vieja izquierda, purista, patética, prepotente, escisionista 
        y dogmática. Tenemos la posibilidad de regenerar, sin renunciar 
        a nuestro reciente y adolescente pasado, un discurso y unas prácticas 
        que sean políticamente constructivas, recogiendo además 
        una serie de cuestiones que diferentes movimientos europeos e incluso 
        latinoamericanos (véase EZLN) están planteando desde hace 
        algún tiempo. Se trataría quizá de replantearnos 
        nuestro propio pasado, para reconstruir nuestro propio futuro. “Conspirar 
        quiere decir respirar conjuntamente”. Mantenernos en el gueto, seguir 
        creando y defendiendo castillos de naipes sólo nos lleva a la asfixia. 
        
  
        CENTROS SOCIALES. COOPERACIÓN CONTRA MANDO  
        “Un urbanismo cada vez más agresivo y acorde con las necesidades 
        de la economía privada que convierte las metrópolis en auténticos 
        campos de batalla, sin plazas ni espacios colectivos de socialización 
        de los que no puede extraerse una rentabilidad económica, y donde 
        la gente se comunica y pone en común intereses e inquietudes”(1). 
        El papel que en principio juegan los Centros Sociales Okupados es invertir 
        está situación, construir un referente en el territorio 
        de cooperación social. En este sentido debemos analizar cuál 
        es el trabajo real que queremos hacer; qué relación hay 
        entre l@s okupantes y el barrio; quiénes forman el Centro Social; 
        qué relación hay entre este y el tejido asociativo del mismo... 
        la desconexión con el entorno llevará como máximo 
        a la indiferencia, la implicación en la realidad cotidiana del 
        territorio llevará como mínimo el obligado y palpable conocimiento 
        (independientemente de estar a favor o en contra)  y como máximo 
        a la cooperación horizontal. A mi modo de ver debemos plantearnos 
        en los espacios que pretendemos autogestionar modelos asistenciales que 
        repercutan en el beneficio colectivo del barrio. Por ejemplo, en el CSO 
        “David Castilla” teníamos una asesoría jurídica que 
        fue utilizada por una cantidad considerable de vecin@s afectad@s por los 
        planes de reestructuración del barrio; previamente habíamos 
        buzoneado más de tres mil panfletos anunciando este “servicio”. 
         
        Si a esto añadimos otras prestaciones, como guardería, 
        consulta médica, alfabetización... ¿Estaremos entonces 
        parcheando prestaciones que debería cubrir el Estado? O por el 
        contrario estaremos creando un tejido de autogestión que las políticas 
        liberales privatizadoras no cubren a amplios sectores de la población. 
         
        De hecho ahora los Centros Sociales cubren otro tipo de “asistencialismo”, 
        el único estable el comedor popular, y el más consolidado 
        y ruidoso financiando otros proyectos, colectivos, radios libres, grupos 
        de solidaridad internacionalista, etc.  
        “En lo que atañe a los Centros Sociales, estos se ven atravesados 
        materialmente por la nueva composición de clase, basada en el trabajo 
        flexible, precario, móvil en el territorio; los frecuenta y autogestiona 
        ese corte de lo social formado por estudiantes que ya no son sólo 
        estudiantes, por parados que ya no son sólo simplemente parados, 
        por trabajadores autónomos (para-subordinados) que sólo 
        son autónomos porque al cabo de un  mes no reciben un salario, 
        por una fuerza de trabajo escolarizada, altamente cualificada en lo que 
        atañe a las nuevas tecnologías, que prefiere incluso trabajar 
        en cooperativa, experimentando nuevas relaciones sociales, en actividades 
        manuales, antes que sufrir el trabajo sometido a un mando. Los Centros 
        Sociales están formados por esa nueva composición de clase 
        en cuyo seno -por otro lado- tiene plena ciudadanía la fuerza de 
        trabajo inmigrante, la más disponible, como es obvio, para los 
        trabajos más móviles, flexibles y mal pagados”(2).  
        Parad@s franceses okupan sedes de la patronal, hoteles de lujo, locales 
        de partidos políticos, restauranes, etc.; la fractura social se 
        constituye alrededor del trabajo. El Estado español se sitúa 
        a la cabeza del índice europeo de paro, con el valor añadido 
        de estar a la cola de ser de los últimos en ofertar prestaciones 
        al desempleo. Nosotr@s conocemos bien la cantinela; telechurro, telepizza 
        y teleidiota.  
        Si realmente somos un movimiento de transformación debemos enfatizar 
        en la centralidad de esta cuestión. Antes señalábamos 
        las posibilidades asistencialistas de autogestión real de servicios, 
        que funcionarían como cooperativas. Es decir, los Centros Sociales 
        como espacios de autoempleo, pero no como refugio de los desheredados 
        sino como potencia constructiva de la nueva composición de clase 
        que antes se señalaba; los Centros Sociales como una amenaza, como 
        una exigencia de derechos y como un volcán en plena ebullición 
        de debate de  las propuestas “recientes”  del conflicto: Reducción 
        del tiempo de trabajo y reparto del empleo; economía plural y solidaria; 
        exigencia de un ingreso mínimo incondicional y acumulable (3). 
         
        La construcción de los espacios okupados no sólo va en esta 
        dirección de intervención en lo social. La okupación 
        en mi opinión es también un proyecto de vida, y quizá 
        sea precisamente esto lo más jodido. Estos deseos de cooperación, 
        trabajo vivo, apoyo mutuo, etc., no son nada sin un esfuerzo decidido 
        de “cambio personal” (que nadie se lleve las manos a la cabeza). Un trabajo 
        cotidiano que parte de asumir nuestras propias miserias, pero que no debe 
        transformarse en las formas (o no sólo en ellas) sino  en 
        el fondo. No hay solución colectiva programática al conflicto 
        del patriarcado. El patriarcado esta en tu cocina, en tu cama, en tu mente, 
        en tu actitud en las asambleas, en tu calle, en tu barrio, en tus amig@s... 
        En los Centros Sociales se vive este conflicto, debemos asumirlo rechazando 
        la lógica del “espacio liberado”, hablando y potenciando el debate 
        así como la práctica eficiente antes que espectacular.  
        Pero claro, todo esto se ve truncado un buen día, generalmente 
        a primera hora de la mañana. La inestabilidad de las okupaciones 
        hace difícil invertir en proyectos sólidos, está 
        debilidad se percibe clarísimamente desde el exterior con lo que 
        cada okupación es un volver a empezar. El lema debería ser 
        “un desalojo, otra okupación  partiendo de cero y con la impotencia 
        de ver las porras echarte de un sitio que te molaba mogollón”. 
        Demasiado largo y además no rima. 
  
        NEGOCIACIÓN Y DIÁLOGO  
        “Si el dedo señala a la luna, el imbécil mira al dedo, no 
        a la luna.”  
        Primero fue Amparo: “(...) Mientras tanto se había estado negociando, 
        a pesar de que el concejal  de Centro (...) se negó a recibirnos 
        (...) en la Comunidad Autónoma de Madrid nos pasaron material y 
        decían que iban a ser nuestros interlocutores para intentar conseguir 
        el local (...)”(4). Luego Ronda de Atocha. De esas comisiones fueron esenciales 
        la comisión de prensa, que elaboraba los comunicados diariamente 
        con las decisiones de la asamblea y atendía a los periodistas; 
        y la comisión de negociación que se encargaba de negociar 
        de aquí para allá, con los diferentes poderes públicos 
        la obtención de la casa o en su defecto de otra similar”(4). Luego 
        Argumosa, Leganés, Veracruz 44 en Móstoles (4); okupación 
        de la calle Madera (5), y muchas más. Lo importante no es negociar, 
        sino qué se negocia y cómo se negocia. La idea del C.S.O. 
        “el Laboratorio” del Consejo da transparencia a un posible proceso negociador: 
        “Un diálogo así no sólo busca un resultado práctico 
        concreto que reivindicar, también y sobre todo permite crear un 
        escenario político nuevo que puede extraer al movimiento del círculo 
        vicioso de la okupación-desalojo-nueva okupación como elemento 
        de constitución e identidad. Queremos quedarnos con lo que okupamos, 
        no sólo tener una experiencia singular que recomponer cada cierto 
        tiempo; y, sobre todo, queremos tiempo para que los proyectos autogestionados 
        que nacen en los centros sociales tengan oportunidad de proliferar y arraigar 
        (...)” (6). Aquí no se está suplicando un espacio a cambio 
        de paz social o pérdida de nuestra identidad subversiva; aquí 
        se está exigiendo que la administración nos reconozca cómo 
        un contrapoder capaz de hacer ceder ante nuestras demandas.  
        “Tras un año de negociaciones lo han conseguido. Nos dicen desde 
        este barrio del sur de Madrid que han conseguido un local para la basca 
        del barrio. Tras estar un año de puerta en puerta y soportar a 
        los politiqueros de la comunidad y el ayuntamiento que no se querían 
        hacer responsables de concederlo. Este lokal pertenecía a los cabrones 
        de la OJE. Al final la comunidad ha cedido. Las negociaciones las ha llevado 
        a cabo el consejo de la juventud del distrito de media sur, y han puesto 
        a la comunidad la condición de que el lokal sea gestionado por 
        los jóvenes que lo utilizen” (7).  
        El movimiento de okupaciones se regenera l@s veteran@s abandonán 
        quemados; te curras una vida en comunidad pero es tal la precariedad (a 
        veces sin luz ni agua y penoso estado del edificio) que se hace muy duro, 
        o te curras mogollón un espacio, lo pones dabuti y al poco generalmente 
        te echan. Cuestión de suerte y de aguante, si tienes un/a hij@ 
        puedes olvidarte. Entra peña joven con ganas y el movimiento aumenta 
        lentamente, pero la mayoría de nuestras energías las gastamos 
        en preparar los desalojos; costear los procesos judiciales con conciertos; 
        sobrevivir en precario, pues muchos proyectos no se consolidan por la 
        inseguridad o la ignorancia de la temporalidad. Por el contrario imponernos 
        como una realidad afianzada y no permanentemente amenazada permite destinar 
        buena parte de nuestra energía a construir, extender, y difundir 
        autonomía y autogestión. Crear alternativa.  
        La negociación se plantea como una posible solución a un 
        conflicto enquistado sólo en la vía represiva. Actualmente 
        el sentimiento de resignación ante los desalojos es palpable. Ninguna 
        propuesta de resistencia a los mismos es una fórmula mágica 
        que realmente consiga evitarlos, pero los Centros Sociales y las okupaciones  
        son ya una realidad social. Eso sí, una realidad que el sistema 
        hoy por hoy sabe asumir como algo marginado, como un movimiento estético 
        y dialéctico (l@s de la k). Se hacen peliculitas en las que aparecemos 
        como una panda de idiotas altruistas, románticos e insoportablemente 
        simpáticos. Hay “okupas buenos y malos”, algun@s okupas  se 
        lo creen (que son mal@s) y lo propagan a los cuatro vientos. En cambio 
        no creo que a la administración le haga mucha gracia reconocernos 
        como interlocutores, reconocer nuestra iniciativa pública y política. 
        Admitir que la okupación puede ser una solución para conseguir 
        una vivienda digna como habitualmente decimos, y que los Centros Sociales 
        Okupados y Autogestionados son proyectos colectivos  de transformación, 
        de antagonismo y creación de cooperación en los barrios. 
        
  
         A PESAR DE TODO, O POR ELLO MISMO  
        “¡Corre camarada ¡¡El viejo mundo te pisa los talones!” 
        (Mayo del 68).  
        “(...) para nosotr@s se trata de una auténtica revolución 
        cultural y mental: despedirse definitivamente de cualquier incrustación 
        o cualquier sobra de las viejas ideologías.  
        No es la realidad la que tiene que plegarse “ideológicamente” a 
        nuestros sueños y deseos (meter en cintura al mundo: utopía 
        negativa), sino que, por el contrario, nuestra subjetividad y capacidad 
        de producir acción política debe colocarse dentro de un 
        “movimiento real que transforma el estado presente de las cosas”. Y en 
        ello portando elementos de radicalidad , de ruptura, de conquista de nuevos 
        derechos, de nuevos y más altos umbrales de liberación (utopía 
        positiva y concreta)” (8).  
        Cada centro social tiene su propia dinámica, su propio enfoque, 
        sus propias posturas y sus propias miserias. Aceptar la diferencia como 
        algo positivo y enriquecedor, hacer de la crítica un elemento de 
        cooperación constructiva; no llenemos el tazón de mierda. 
        Existen proyectos muy diferentes pero no tendrían por que ser diferenciadores. 
        ¡Vamos a dar caña no sólo a l@s de arriba, también 
        a nuestras propias actitudes! ¡En marcha hacia el siglo XXI!  
         Jacobo, del CSO “el Laboratorio”  
         
        P.D.: LA AUTONOMÍA DIFUSA  
        “En definitiva, la Autonomía Difusa delimitada al conjunto de comportamientos 
        discontinuos e irregulares, identificables por su actuación concreta 
        con la “ideología” del Área Autónoma , como materialización 
        de las concepciones derivadas de la autovalorización e independencia 
        respecto al Estado y al Capital, en la perspectiva del comunismo, como 
        realidad factible o desde un punto de vista de utopía realizable.” 
        Textos sobre la Autonomía Obrera. La Sociedad: Nuevo Marco de Producción. 
         
         
        ANEXOS:  
        (1) Jornadas de debate. Pelegrina 2 y 3 de Marzo de 1996. Coord. de colectivos 
        lucha autónoma.  
        (2) Centro Social Autogestionado Morion (Venecia), 1 de octubre de 1997. 
         
        (3) Llamamiento de l@s 35 por la elaboración de una política 
        económica y social realmente innovadora y democrática. Alain 
        Caillé, Guy Michel, Daniel Mothé, Toni Negri,...  
        (4) Okupaciones en Madrid. Especial revista autónoma Sabotaje, 
        1987.  
        (5) Revista Sabotaje, número 6 de mayo de 1988.  
        (6) Acerca del consejo (una primera aproximación). CSOA El Laboratorio. 
         
        (7) Revista África, marzo de 1988. “Krónicas de okupación”. 
         
        (8) Reflexiones sobre viejos y nuevos nacionalismos. Red Autónoma 
        del Nordeste Italia.
		  
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