Planteamientos....

 

Nosotras okupamos. Okupamos y hablamos de territorios. Nos situamos como en un nodo atravesado por miles de circuitos. Circuitos y corrientes aceleradas. Estamos en la boca del propio monstruo. Recorremos, decidimos y hablamos de política. Nos situamos y desenmascaramos nuestros propios cuerpos, nuestras propias vidas, nuestro propio habitar esta ciudad, este barrio, este centro social. Mientras la corriente vertiginosa del capitalismo global impregna todos los recovecos de nuestra existencia: la somete al escaparate virtual del mundo- mercado; al estado de guerra global permanente; a la precarización total de nuestras vidas; a la tecnocracia abismal del aparato burocrático; a la privatización de los servicios y bienes públicos y sociales; al aislamiento y la incomunicación; a las políticas partidistas o el megaguay politiqueo alternativo tipo ong; al aburrimiento y al ocio espectacular; a la reapropiación de nuestros saberes y al copyright;  a la heterosexualidad compulsiva, eufórica y aberrada...

Pero cortocircuitamos, trasladamos las corrientes a nuestros propios cuerpos: nos hemos situado. Igual que nos situamos en el territorio urbano. Nos situamos y empezamos a hablar de las precarias, de las descocadas, de las peligrosas, de las amas de casa, de las agitadoras, de las frígidas, de las lesbianas, de las transexuales, de las casadas, de las solteras, de las que vienen y van, de las putas y las mariconas, de las feministas, asaltando el mercado- escaparate mundial en plena revuelta subversiva de los modos de vida normalizados. Nos situamos porque lo personal es político. Porque queremos lanzarnos a la plena insurrección de nuestras vidas. Por ello, los centros sociales y los espacios públicos son indispensables para la expresión y la experimentación constante de una nueva forma de hacer ciudad que no está contemplada en la agenda diplomática del capital escénico. Porque somos parte de estos territorios luchamos diariamente para construirlos y reorganizarlos. Diseños plásticos del mundo que queremos. Expansión brutal de los deseos constreñidos.  Reapropiación legítima de nuestro propio espacio de vida, de nuestros cuerpos, de nuestro entorno, de nuestros barrios, de  nuestra ciudad, de nuestro mundo...

Por eso okupamos, por eso los centros sociales...

 

Situaciones....

 

El punto de partida, de encuentro y de cruce de caminos del que hablamos se encuentra en el barrio de Lavapiés, en la calle embajadores número 40. Un centro social feminista que se okupó allá por el año 96. En estos seis años la Karakola ha sido un experimento cotidiano de creación y acción constante, con sus idas y venidas, con sus limitaciones y sus cambios ha albergado a una infinidad de proyectos: hablamos de trabajo y precariedad, de guerra y globalización, de hacer ciudad y de urbanismo, de agresiones sexistas y de maltrato a mujeres, de autonomía y autogestión entre mujeres, de cooperación y circulación del saber, de visibilidad lésbica y de identidades, de migración y fronteras... reuniones, asambleas, talleres, encuentros, pelis,  vídeos, charlas, acciones...pero sobre todo apuesta por lo colectivo, por la cooperación y subversión de los modos de vida establecidos que nos sujetan, y que hay que volver a resituar, a desentrañar para poder comenzar, tal vez, a reinventar la naturaleza. 

 

Batallas...

 

La casa, datada ya en el siglo XVII, demasiado antigua para sostenerse entera, ha pasado por un expediente de ruina parcial del inmueble, lo que ha significado las obras que Gerencia de Urbanismo ha realizado durante estos últimos seis meses.  Han demolido la parte más antigua de la casa, el resto, dicen, lo han apañado: sujeciones, apaños, pero no rehabilitación. Así que nosotras nos lanzamos a exigir lo que creemos que constituye una apuesta por los espacios públicos, por los espacios de mujeres que sean capaces de generar un discurso feminista, por la legitimidad de los proyectos sociales, por el deseo de constituirnos en sujetos políticos...y lanzamos una iniciativa de diálogo con la Administración que sea capaz de resolver el conflicto: lo que exigimos: el  reconocimiento del proyecto social y político de la Karakola, la expropiación del edificio como herramienta que la Administración debe utilizar en casos en los que se incumple el deber urbanístico de la propiedad como medida que puede impedir el uso especulativo y privado del suelo, y, por último, la rehabilitación y cesión del inmueble que permita la consolidación de un Centro Social Autogestionado y Feminista en el centro de Madrid.

Para ello hemos escrito un proyecto donde desarrollamos lo que ha sido, lo que es y lo que queremos que sea la Karakola, su presentación pública: este sábado día 1, a las 12:30 en la calle embajadores, 40. Entendemos que esta batalla va más allá de nosotras mismas, que es una apuesta por pensar la ciudadanía en otros términos, por eso, os esperamos...

HAGAMOS DE NUESTROS DESEOS, NUESTROS AFECTOS, NUESTRA SEXUALIDAD, UN DESORDEN GLOBAL,

 

La eskalera karakola, Febrero de 2003