Problemas preliminares

a la construcción de una situación

Internacional Situacionista

Texto publicado en el # 1 de Internationale Situationniste (1-VI-58). La presente traducción ha sido extraída de Internacional situacionista. Vol. I: La realización del arte, Madrid, Literatura Gris, 1999.


"La construcción de situaciones comienza más allá del hundimiento moderno de la noción de espectáculo. Es fácil ver hasta qué punto está unido a la alienación del viejo mundo el principio del espectáculo: la no intervención. Se ve también, a la inversa, que las búsquedas revolucionarias más válidas en la cultura han intentado romper la identificación psicológica del espectador con el héroe para arrastrarlo a la actividad... La situación se hace para ser vivida por sus constructores. El papel del "público", pasivo o en todo caso de figurante, debe disminuir siempre, mientras que aumentará la parte de quienes que ya no pueden llamarse actores sino, en un sentido nuevo del término, "vividores". - Informe sobre la construcción de situaciones


La concepción que tenemos de "situación construida" no se limita al empleo unitario de los medios artísticos que concurren en un ambiente, por grandes que puedan ser la amplitud espacio-temporal y la fuerza de dicho ambiente. La situación es al mismo tiempo una unidad de comportamiento en el tiempo. Está formada por los gestos comprendidos en el escenario de un momento. Estos gestos son el producto del escenario y de sí mismos. Producen otros escenarios y otros gestos. ¿Cómo orientar estas fuerzas? No nos contentaremos con los entornos experimentales producidos mecánicamente si esperamos sorpresas de estos entornos. La dirección realmente experimental de la actividad situacionista es el establecimiento, a partir de deseos más o menos conocidos, de un campo de actividad temporal favorable a esos deseos. Ello sólo puede traer consigo el esclarecimiento de los deseos primitivos y la aparición confusa de otros nuevos cuya raíz material será precisamente la nueva realidad constituida por las construcciones situacionistas.

Hay que afrontar por tanto una especie de psicoanálisis con fines situacionistas, debiendo encontrar cada uno de los que participan en esta aventura deseos ambientales precisos para realizarlos, en sentido opuesto a los fines perseguidos por las corrientes surgidas del freudismo. Cada uno debe buscar lo que le gusta, lo que le atrae (y contrariamente a algunos intentos de escritura moderna -por ejemplo Leiris-, lo que nos importa no es la estructura individual de nuestro espíritu ni la explicación de su formación, sino su aplicación posible en las situaciones construidas). Se puede hacer recuento con este método de los elementos constitutivos de las situaciones a edificar; proyectos para el movimiento de estos elementos.

Una investigación semejante sólo tiene sentido para individuos cuyo trabajo se enfoque prácticamente sobre la construcción de situaciones. Todos ellos son, espontáneamente o de forma consciente y organizada, presituacionistas, individuos que han experimentado la necesidad objetiva de esta construcción a través de un mismo estado de carencia en la cultura y de las mismas expresiones de la sensibilidad experimental inmediatamente anterior. Están unidos por su especialización y por su pertenencia a una vanguardia histórica dentro de ella. Por lo tanto es probable que se encuentren en todos ellos numerosos puntos en común con el deseo situacionista, que se diversificará cada vez más a partir de su tránsito a una fase de actividad real.

La situación construida es forzosamente colectiva en su preparación y desarrollo. Sin embargo parece necesario, al menos en las experiencias primitivas, que un individuo ejerza cierta preeminencia sobre una situación dada actuando como director de escena. A partir de un proyecto de situación -estudiado por un equipo de investigadores- que combinaría, por ejemplo, una reunión emocionante de algunas personas durante una velada, habría que distinguir sin duda un director -o escenógrafo encargado de coordinar los elementos previos de la construcción del decorado y de planear algunas intervenciones sobre los acontecimientos (este proceso podría ser compartido por varios responsables que ignorasen mutuamente sus planes de intervención)-, unos agentes directos que viven la situación -que hayan participado en la creación del proyecto colectivo y que hayan trabajado en la composición práctica del ambiente-, y algunos espectadores pasivos -ajenos al trabajo de construcción- a los que convendrá reducir a la acción.

Naturalmente la relación entre el director y los "vividores" de la situación no puede convertirse en una relación entre especializaciones. Se trata sólo de una subordinación momentánea de todo un equipo de situacionistas al responsable de una experiencia aislada. Ni estas perspectivas ni su vocabulario provisional deben dar a entender que se trata de una continuación del teatro. Pirandello y Brecht han mostrado ya la destrucción del espectáculo teatral y algunas reivindicaciones que van más lejos. Se puede decir que la construcción de situaciones reemplazará al teatro sólo en el sentido en que la construcción real de la vida ha ido reemplazando cada vez más a la religión. Evidentemente el primer campo que vamos a reemplazar y a realizar es la poesía, que se consumió a sí misma en la vanguardia de nuestro tiempo, que ha desaparecido por completo.

La realización efectiva del individuo, al igual que la experiencia artística que desvelan los situacionistas, pasa forzosamente por su dominación colectiva: antes de ello no hay todavía individuos, sino sombras que frecuentan los objetos que otros les proporcionan anárquicamente. Encontramos, en situaciones ocasionales, individuos aislados que se mueven al azar. Sus emociones divergentes se neutralizan y mantienen su sólido entorno de aburrimiento. Aniquilaremos estas condiciones haciendo aparecer en algunos puntos la señal incendiaria de un juego superior.

El funcionalismo, que es una expresión necesaria del avance técnico, intenta eliminar en nuestra época totalmente el juego, y los partidarios del "industrial design" lamentan la perversión de su actividad por la inclinación del hombre al juego. Esta inclinación, explotada rastreramente por el comercio industrial, pone inmediatamente en cuestión resultados útiles exigiendo nuevas presentaciones. Creemos que no hay que alentar la constante renovación artística de la forma de los frigoríficos, pero el funcionalismo moralizador no puede hacer nada al respecto. La única salida progresiva es liberar en otra parte, y de modo más amplio, la tendencia al juego. Las ingenuas indignaciones de la teoría pura del "industrial design" no han impedido, por ejemplo, que el automóvil individual sea principalmente un juego imbécil, y sólo accesoriamente un medio de transporte. Contra todas las formas regresivas de juego que suponen su retorno a estadios infantiles -ligados siempre a políticas reaccionarias- hay que apoyar las formas experimentales de un juego revolucionario. 

 

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